sábado, 2 de julio de 2011

Decía que durante mi niñez-adolescencia, vivía yo en Madrid en una de las etapas más negras de mi vida. Enfrente de casa había una tienda de bicicletas en cuyos escaparates siempre tenían expuesta una de las bicis más lujosas de aquellos tiempos. 14 kg. y unas ruedas que parecían de "camión-trailer". El precio era tan gordo como sus neumáticos. Pero así y todo, siempre que salía de casa para ir "a la escuela" me paraba ante el escaparate y me quedaba extasiado admirando "aquella maravilla", que por supuesto, no estaba al alcance de mi bolsillo.

Pasaron los años y no pude comprar la dichosa o parecida "bici". Y digo esto porque el Domingo de Resurrección solían hacer carreras ciclistas en el Parque del Retiro, a las que procuraba no faltar. Siempre he asociado Domingo de Resurrección con carreras ciclistas y con la imagen de la "bici" que jamás pude tener.

Diréis, que pobreza de recuerdos. Para que veáis que no todo es tan espiritual en el recuerdo de las personas que como yo lo pasamos más canutas que los perros de don Bartolo.

Por eso mismo me acabo de comprar una buena bicicleta. Os la presento: