viernes, 1 de octubre de 2010







E y N

2 comentarios:

  1. Pero cuando se llega a esta edad, hay una carga de experiencia muy grande. Es como si fuera una edad para asimilar la vida.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. La facha posterior de mi piso mira al norte, y carece de obstáculos que frenen los gélidos vientos que procedentes de Siberia se estrellan con furia contra los cristales casi blindados de mi ventana. El panorama que contemplo desde la misma es desolador.

    Del cielo plomizo y cerrado se desprenden de manera intermitente andanadas de copos de nieve o de hielo, que no se sabe muy bien qué pueden ser. De tarde en tarde se rompen las nubes para dejar paso a un tímido rayo de sol, casi tan frío como nuestra economía. Diríase que el sol ha perdido su calor y baja a la tierra en busca de una fuente de esperanza.

    No hay esperanza, porque esperanza sólo hay una: Aguirre. Pero ésta, la tuya y la mía; y la del vecino de enfrente, y de arriba y más abajo está muy lejos de nuestras latitudes. O sea, en las antípodas.

    Me han sobrecogido las imágenes que he visto en televisión: Unos "mendigos voluntarios", instalados bajo un puente seco de mi ciudad, que rechazan el calor de un albergue preventivo ofrecido por la caridad solidaria, en tanto pasa la ola de frío y se calientan un poco los rayos del sol.

    Buenos días,

    ResponderEliminar